Lavinia Fisher fue la primera asesina en serie de Estados Unidos.
El plan que ella misma diseñó consistía en lo siguiente:
Cuando los viajeros solicitaban posada en su negocio, Lavinia empleaba su carisma y belleza para aproximarse a los clientes.
Con el pretexto de ser una buena amiga, Lavinia hablaba con los clientes durante horas y en el proceso los interrogaba buscando saber si llevaban consigo algo importante o de gran valor, como dinero, joyas o incluso escrituras de tierras.
Cuando constataba que el cliente poseía pertenencias de valor le ofrecía una taza de té con altas dosis de un somnífero. La persona bebía, el sueño llegaba y Lavinia lo dirigía hasta su habitación. Una vez ahí, con el sueño pesado como respaldo, la mujer accionaba un mecanismo interno oculto entre los colchones de paja para poder asesinar a su víctima.
Era un conjunto de lanzas afiladas que permanecían ocultas bajo las camas de la posada y que, al ser accionadas por una especie de palanca que se mantenía en el exterior, se levantaban atravesando los colchones y perforando todo el cuerpo de la víctima. Posteriormente, Lavinia solicitaba a su marido entrar en el cuarto del huésped y, en seguida, arrasaban con todo lo que había de valor para después pasar a limpiar el lugar.
Ella y su esposo fueron condenados por matar a docenas de personas. Antes de morir colgada sus ultimas palabras fueron: "Si alguien tiene un mensaje para el diablo que me lo diga ahora porque lo veré muy pronto
Ella y su esposo fueron condenados por matar a docenas de personas. Antes de morir colgada sus ultimas palabras fueron: "Si alguien tiene un mensaje para el diablo que me lo diga ahora porque lo veré muy pronto
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