El Porsche 550 Spyder, apodado "Pequeño bastardo", es un coche que ha conseguido la fama de asesino en serie.
La muerte de James fue el resultado de un cúmulo de coincidencias. De hecho, el famoso Porsche no era el coche que él deseaba. James había encargado un Lotus MK X, cuya entrega se retrasó. La impaciencia del actor por regresar al mundo de las carreras, quería participar en una que se celebraba al cabo de unos días en Paso de Robles, Californiatras haber finalizado el rodaje de "Gigante" le llevó a quedarse con el Porsche 550 Spyder, del que se habían fabricado sólo 90 unidades, que le ofrecieron mientras duraba la espera.
Después de que James Dean sufriera el accidente mortal.
La muerte de James fue el resultado de un cúmulo de coincidencias. De hecho, el famoso Porsche no era el coche que él deseaba. James había encargado un Lotus MK X, cuya entrega se retrasó. La impaciencia del actor por regresar al mundo de las carreras, quería participar en una que se celebraba al cabo de unos días en Paso de Robles, Californiatras haber finalizado el rodaje de "Gigante" le llevó a quedarse con el Porsche 550 Spyder, del que se habían fabricado sólo 90 unidades, que le ofrecieron mientras duraba la espera.
Después de que James Dean sufriera el accidente mortal.
Cuenta la leyenda que George Barris comprara lo que quedaba del Porsche por 2.500 dólares, éste fue trasladado a su taller y, al bajarlo, las cuerdas que lo sostenían se rompieron. El deportivo cayó sobre uno de los mecánicos de Barris y le rompió las dos piernas.
Tras el susto, George lo desguazó y empezó a vender las piezas por separado: el motor, a Troy McHenry; el chasis, a William Eschrid, los dos, apasionados de las carreras, y las ruedas, a un joven de Nueva York. El 21 de octubre de 1956, McHenry y Eschrid participaron en una carrera con las piezas de Little Bastard en sus respectivo coches. El primero perdió el control de su vehículo, chocó contra un árbol y perdió la vida allí mismo, mientras que Eschrid resultó gravemente herido tras sufrir un accidente en una curva del circuito. Cuentan, además, que el joven que adquirió las ruedas tuvo un extraño percance cuando se le reventaron las dos a la vez y acabó en una cuneta.
Mientras el coche estaba en el garaje de Barris en Fresno, un hombre perdió uno de sus brazos al intentar robar el volante.
El dueño del coche, cansado de tantas desgracias, decidió aceptar una exposición ambulante sobre los riesgos del exceso de velocidad, se produjo un incendio en su garaje. Todos los coches quedaron carbonizados. ¿Todos? No. Sólo uno sobrevivió: Little Bastard. (Pequeño bastardo)
Mientras el coche estaba en el garaje de Barris en Fresno, un hombre perdió uno de sus brazos al intentar robar el volante.
El dueño del coche, cansado de tantas desgracias, decidió aceptar una exposición ambulante sobre los riesgos del exceso de velocidad, se produjo un incendio en su garaje. Todos los coches quedaron carbonizados. ¿Todos? No. Sólo uno sobrevivió: Little Bastard. (Pequeño bastardo)
Poco después y estando expuesto en un instituto de Sacramento, el que fue rebautizado como el Porsche del Averno, se desplomó de su pedestal rompiéndole la cadera a un estudiante.
Y no acaba aquí la literatura sobre Little Bastard. En 1958, un camión que lo transportaba estaba aparcado en una colina de Oregón, un inesperado fallo de los frenos hizo que se precipitara contra otro vehículo que había aparcado y, en 1959, cuando estaba en una exposición en Nueva Orleans, el Porsche, sin causa aparente, se desmoronó y se partió en 11 piezas.
Y aquí viene lo mejor: Barris poco después de adquirirlo quiso deshacerse de él por creer que estaba maldito, teoría que hasta el día de hoy se mantiene, y contrató a una agencia de transporte para que se lo llevaran a su casa, el coche, según el propio Barris, desapareció. Jamás llegó a su destino.
Coincidencia o no el “pequeño bastardo” dejó su huella imborrable en la historia.
“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver bonito”, James Dean.
Y no acaba aquí la literatura sobre Little Bastard. En 1958, un camión que lo transportaba estaba aparcado en una colina de Oregón, un inesperado fallo de los frenos hizo que se precipitara contra otro vehículo que había aparcado y, en 1959, cuando estaba en una exposición en Nueva Orleans, el Porsche, sin causa aparente, se desmoronó y se partió en 11 piezas.
Y aquí viene lo mejor: Barris poco después de adquirirlo quiso deshacerse de él por creer que estaba maldito, teoría que hasta el día de hoy se mantiene, y contrató a una agencia de transporte para que se lo llevaran a su casa, el coche, según el propio Barris, desapareció. Jamás llegó a su destino.
Coincidencia o no el “pequeño bastardo” dejó su huella imborrable en la historia.
“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver bonito”, James Dean.
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