miércoles, 23 de octubre de 2024

La leyenda de los tres monos sabios.

 Si combinamos la enseñanza de los tres monos sabios con los filtros de Sócrates aprenderemos a valorar en su justa medida cada cosa que decimos, oímos o vemos



Los 3 filtros de Sócrates
Para entender la similitud entre los 3 monos sabios y los 3 filtros de Sócrates, es interesante conocer primero la lección que el sabio ateniense quiso darle a un discípulo suyo, cuando este llegó a su casa dispuesto a explicarle que alguien había estado criticándolo. Antes de que el nervioso alumno abriese la boca, Sócrates le planteó estas tres preguntas. Tres “filtros” en los que debía reflexionar antes de dirigirse a él.

Filtro de verdad: Lo que vas a decir, ¿es realmente cierto? ¿has contrastado con acierto, detenimiento y mesura cada cosa que vas a decirme para saber que todo es verdad?

El filtro de la bondad: ¿Lo que vas a decirme ahora es bueno?

El filtro de la necesidad: ¿Lo que vas  comunicarme es imprescindible? ¿es tan necesario que me lo digas?

Los tres filtros nos guían, sin duda, a ser mucho más prudentes, cautos y exigentes con cada cosa que decimos. Esta enseñanza, para muchos, se relaciona también con la de los 3 monos sabios del santuario de Toshogu.

La enseñanza de los 3 monos sabios


El mono que se tapa la boca: Iwazaru

Para la filosofía nipona, esta figura representa la necesidad de no trasmitir el mal. Se relaciona también con la recomendación de no poner en voz alta el propio malestar o insatisfacción.

La prudencia se relaciona también con no evidenciar demasiado el propio mundo emocional, con ser templado y, ante todo, comedido.

Por su parte, según la enseñanza de los tres filtros de Sócrates, tiene mucho que ver con la necesidad de no propagar chismes.

Y es que estos no son siempre ciertos, ni son buenos.

Tampoco tienen una necesidad práctica a la hora de ponerlos en voz alta.

El mono que se tapa los oídos: Kikazaru

En Japón, se suele ver deforma muy negativa a las personas que difunden críticas, rumores o noticias negativas.

De ahí que prefieran taparse los oídos ante determinado tipo de informaciones para preservar su equilibrio.

Esta idea, de raíces tradicionales, puede chocarnos un poco en el mundo occidental. En esta parte del globo las noticias negativas, así como los chismes y las críticas sobrevuelan nuestros entornos como algo común.


A veces, aunque la información sea negativa es necesaria trasmitirla porque es información útil (yo te informo de que tus clientes no están contentos y de que debes esforzarte para afianzarlos).

No obstante, si la información no es útil y, además, es dañina, lo recomendable es seguir la lección del mono Kikazaru: taparnos los oídos.

El mono que se tapa los ojos: Mizaru


Para el código filosófico y moral santai, la injusticia es mejor no verla, no escucharla ni hablar de ella. Sin embargo, esta idea, en la actualidad, no se sostiene; lo sabemos.

No obstante, podemos enfocar la imagen de este tercer mono desde la visión socrática. Nos daremos cuenta de que es una invitación directa a cerrar los ojos ante lo que no sirve, ante lo que no es útil ni bueno.

Lo recomendable es cerrar los ojos a la oscuridad para alzar nuestras miradas hacia ese lado más luminoso, más esperanzador y significativo.

También nos dice que lo que no veamos ni ratifiquemos, no debemos divulgarlo. Teniendo en cuenta el filtro de la necesidad, si no es relevante es mejor callar.

La prudencia es una virtud

Para concluir, la enseñanza que nos deja la imagen de los 3 monos, esa donde uno calla, el otro se tapa los oídos y el otro se cubre los ojos, tiene que ver con nuestras propias necesidades y con la recomendación de ser siempre cautos y prudentes.

Cuida tus palabras, tapa tus oídos de lo que no te sirve o te ayuda y cubre la mirada ante todo lo que te hace daño para buscar solo lo que te confiera felicidad.

-Interpretación de "La leyenda" en nuestros días-











viernes, 2 de febrero de 2024

Fotografías con un trasfondo perturbador-2



 Una foto fija de un vídeo


Un hombre que nadó hasta su novia en su habitación de hotel bajo el agua mientras estaba de vacaciones en Tanzania, y le propuso matrimonio con una nota y un anillo. Murió antes de poder salir del agua.


 Tripulación del Columbia



Astronautas posando en gravedad cero felices de tener una oportunidad tan increíble. Mientras tanto, no tienen ni idea de que su transbordador espacial está irremediablemente dañado y que, de hecho, morirán en unos días durante la reentrada (que hasta entonces se consideraba "segura"). Se trata de la tripulación del Columbia, para quienes no lo sepan, cuyas baldosas fueron dañadas durante el lanzamiento del transbordador al espacio por la espuma. Nadie supo la gravedad de los daños hasta que se desintegró.





 El físico estadounidense Harold Agnew


Harold Agnew sujetando el núcleo nuclear de la bomba atómica Fat Man, que fue lanzada sobre Nagasaki en 1945. La bomba acabó matando a unas 80.000 personas, muchas de las cuales murieron por los efectos a largo plazo que causó la bomba, como enfermedades por radiación y leucemia.



El violín Hartley




Este es el violín Hartley, propiedad de Wallace Hartley, el director de la banda y principal violinista del Titanic. Era el que llevaba consigo y tocaba la noche en que se hundió el barco. Los supervivientes dicen haber visto a Hartley y a su banda en la cubierta del barco durante el hundimiento, tocando para calmar a los pasajeros mientras subían a los insuficientes botes salvavidas. Hartley y todos los miembros de la banda murieron en el hundimiento.



John Edward Robinson y su familia



Este es el asesino en serie John Edward Robinson (jersey amarillo) sujetando al bebé Tiffany Stasi, cuya madre asesinó el día anterior. Más tarde entregó al bebé a su hermano, diciendo que era adoptada. Su hermano, junto con Tiffany, no descubrió la verdad durante 15 años. Sólo ocho de sus víctimas han sido identificadas, y está en el corredor de la muerte desde el año 2000.


El asesino en serie Christopher Wilder acechando en el fondo



Wilder secuestraría y mataría a Michelle Korfman, de 17 años, tras conocerla en este desfile de moda (de pie en primer plano).



Los Whitaker en una cena de graduación


El chico de la derecha, Bart Whitaker, había pagado a dos de sus compañeros para que asesinaran a su familia esa noche. Matarían a la madre y al hermano, pero el padre, que tomó la foto, sobrevivió. Bart fue posteriormente condenado a muerte, pero después de que su padre se opusiera firmemente, el gobernador de Texas, Greg Abbott, le concedió clemencia, y ahora cumple cadena perpetua.

 

Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya



Esta foto fue tomada a un grupo de supervivientes del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en los Andes. Finalmente se salvaron, pero tuvieron que recurrir al canibalismo para sobrevivir. Todos sonríen en la foto, pero se vuelve espeluznante cuando se ve la columna vertebral humana a la derecha de ellos en la foto.