lunes, 28 de noviembre de 2016

Tutankamón

El Valle de los Reyes

Cuando Howard Carter comenzó a excavar en el Valle de los Reyes de Egipto, su ambición era encontrar una tumba real completa, con todos sus tesoros. Muchos lo habían intentado antes y habían fallado. Durante años, Carter trabajó diligentemente bajo el sol abrasador.



Entonces, en 1922, encontró un escalón en el fondo del valle.


Al día siguiente descubrió 12 escalones más, asiícomo la parte superior de una puerta, cubierta de yeso y cerrada con un antiguo precinto. Este mostraba al zoomorfo dios Anubis, con cabeza de chacal, sobre un grupo de nueve cautivos atadas: el precinto utilizado por guardianes de tumbas egipcios para sellar las tumbas importantes.

El sello intacto en la tumba de Tutankamón, 1922

Carter estaba muy emocionado. ¿Podría ser esta la tumba que llevaba tanto tiempo buscando la cámara funeraria de Tutankamon? Armado de paciencia, Carter interrumpió la excavación y envió un cable a Carnarvon: «Por fin he hecho un gran descubrimiento en el valle; una tumba magnífica con los precintos intactos; lo he vuelto a cubrir esperando su llegada; enhorabuena.» Durante tres semanas, Carter tuvo que contener su emoción.


El 26 de noviembre por la tarde, ya habían conseguido retirar los escombros y encontraron una nueva entrada bloqueada. Temblando de emoción, Carter hizo un agujero en la esquina superior izquierda de la puerta. Introdujo una vela y miró por el hueco. Al principio no podía ver nada, pero a medida que sus ojos se adaptaban a la oscuridad, comenzó a distinguir unas estatuas y el brillo del oro en la oscuridad. «Ve algo?», preguntó Carnarvon, sin poder contener su impaciencia. «Sí, cosas increíbles», contestó Carter.


Howard Carter y sus asistentes al abrir la tumba de Tutankamón. (3 de enero de 1924)

1925. Se abre la segunda cámara. En su interior hay un sarcófago con otros tres dentro. El último de ellos es de oro macizo y en su interior, al fin, el faraón Tutankamón.


¿Que ves Carter?, preguntó su colega Carnarvon en pleno éxtasis del descubrimiento;"Veo cosas maravillosas" contestó el arqueólogo.




Imágenes editadas a color


Howard Carter, Lord Carnarvon y un trabajador egipcio abriendo el santuario más interno y observando por primera vez el sarcófago de granito del faraón – 1924





Máscara funeraria Tutankamón – 1925 


Hasta ahora el resultado principal es que hay algo, aunque todavía es desconocido, detrás de la parte este del muro norte de la tumba", dijo el jefe del Departamento de Antigüedades egipcio, Mahmud Afifi. En la imagen, vista del sarcófago de Tutankamón en Luxor.


Tutankamón reinó brevemente durante el siglo XIV a.C, siendo aún muy joven, y falleció repentinamente. En la imagen, la momia del rey Tutankamón expuesta en su tumba del Valle de los Reyes en Luxor.


Durante décadas una legión de arqueólogos y forofos de la egiptología ha buscado sin éxito la sepultura de Nefertiti (1370-1330 a.C.), la atractiva esposa del faraón hereje Ajenatón. El enigma podría estar, por fin, a un paso de ser descifrado.

Nuevas cámaras halladas con restos orgánicos y metálicos



"La prueba que me alertó de la posible existencia de estancias adicionales dentro de la tumba KV62 (perteneciente al faraón niño) fue el reciente escaneado de las paredes realizado por Factum Arte. Las imágenes, al estar libres de cualquier distracción y color, ayudan a examinar con gran detalle la superficie de la cámara funeraria", señala a EL MUNDO Reeves."



 Cama ceremonial tallada con la forma de la diosa Hathor, rodeada de otros muchos enseres personales del niño rey en la antecámara de la tumba – 1922 


Vista parcial de la antecámara: una cama de leones dorados, cofres y al fondo los dos centinelas con bastón y sistro, en madera policromada y oro – 1922 


Bajo la cama de los leones dorados había varios cofres y una silla de ébano y marfil que rey usaba cuando era niño – 1922 


Busto de la diosa vaca Hathor y al fondo el cofre dorado de los vasos canopos que contenían los órganos internos del faraón – 1923  


Conjunto de cofres dentro de la cámara del tesoro – 1923 


Vasos de alabastro tallados en la antecámara – 1922 


Un laboratorio improvisado en la tumba de Seti II, donde los conservadores Arthur Mace y Alfred Lucas están limpiando una de las estatuas centinelas – 1924 


Howard Carter, Arthur Callender y un trabajador egipcio envolviendo una de las estatuas centinelas para su transporte – 1923 


Arthur Mace y Alfred Lucas trabajando en un carro de oro de la tumba de Tutankamón, fuera del “laboratorio” establecido en la tumba de Seti II – 1923 


Estatua de Anubis representado como chacal, en la cámara del tesoro – 1923


Carter, Callende y dos trabajadores quitando la pared de separación entre la antecámara y la cámara funeraria – 1923 


Dentro del primer santuario exterior que guardaba el cuerpo del faraón, encontraron un enorme manto de lino con rosetas de oro que recuerda al cielo estrellado – 1923 


Carter, Mace y un trabajador egipcio enrollando cuidadosamente el manto de lino que cubre el segundo santuario 


Carter, Callender y dos trabajadores egipcios desmantelando cuidadosamente uno de los santuarios de oro de la cámara funeraria – 1923

Howard Carter examinando el sarcófago de Tutankamón – 1925 
La Maldición de la Tumba de TutankamonSurgió el rumor según el cual, todo aquel que entrara en la tumba de Tutankamon sería víctima de una maldición. Los periódicos de la época le dieron mucha importancia al rumor y se regocijaban en la malicia y el melodrama. Es cierto que dos personas clave murieron durante la excavación de la tumba: uno era Carnarvon y el otro, el arqueólogo Arthur Mace. Todos los demás sobrevivieron y algunos su peroran los ochenta años de edad. Los rumores eran tan persistentes que el propio Carter tuvo que defenderse de la idea de una maldición
Aunque es verdad que en los años siguiente: al descubrimiento de la tumba de Tutankamón se produjeron algunas muertes sorprendentes entre los miembros de la expedición, también lo es que para casi todas ellas existe una explicación lógica y sensata.
En 1973, la ciencia creyó haber encontrado una explicación racional de las numerosas muertes entre los miembros de la expedición. En la tumba de Tutankamón se encontraron altas concentraciones de esporas de un tipo de hongo Aspergíllus.



Los productos metabolizados de este hongo son muy venenosos y peligrosos para el hombre, ya que el Aspergillus flavus puede causar reacciones alérgicas en personas con un sistema inmunitario debilitado o atacar incluso determinados órganos. En la actualidad, el hongo está considerado como el causante de las enfermedades mortales que padecieron los miembros de la expedición.

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