miércoles, 6 de diciembre de 2023

Historias cortas de terror

 No hay nada como ver una buena película o leer una buena historia de terror acurrucados en el sofá con una manta mientras tomamos algo bien caliente ahora que estamos en invierno. Sin embargo, hacerte sentir miedo no está solo al alcance de las películas o las extensas novelas, existen otras muchas formas de hacer que el terror te erice el vello de todo el cuerpo.


 Pero, sorprendentemente, hay formas de dar miedo con algo tan breve con pocas frases. 


Me desperté al escuchar como alguien llamaba al cristal de la ventana.

Al principio pensé que era la ventana, hasta que volvieron a llamar desde el espejo.

Una cara risueña me miraba atenta desde la oscuridad que había más allá de la ventana de mi dormitorio. Vivo en un décimo piso.


Estaba a su lado de la cama arropándolo cuando me dice: "Papi, comprueba que no hay monstruos bajo mi cama." Miro descuidadamente bajo la cama para tranquilizarlo y entonces lo veo, veo a mi pequeño, mirándome fijamente temblando y susurrando, "Papi, hay alguien en mi cama"


No conseguía dormir aquella noche de invierno en la cabaña del bosque debido a los retratos que habían en la pared. Estaba rodeado de retratos de engendros deformes, decrépitos y condenados. Nunca he podido conciliar el suelo desde aquel día. Cuando me desperté no había ningún retrato, solo ventanas


Cuando me desperté, había una foto mía en mi móvil mientras dormía. Vivo sola.

Lo último que vi fue mi despertador marcando las 12:07 antes de que ella me clavase sus pútridas uñas en mi pecho, su otra mano situada en mi boca amortiguaba mis gritos. Me desperté de golpe aliviado al comprobar que todo era un sueño, entonces miré al despertador y vi que marcaba las 12:06, luego oí el crujido de la puerta de mi viejo armario al abrirse.


Mi hermana dice que mami la asesinó. Mami dice que yo no tengo ninguna hermana.


No tengas miedo de los monstruos, búscalos. Mira a tu izquierda, a tu derecha, bajo tu cama, en tu armario, pero nunca mires hacia arriba, odia que le miren a los ojos.



Los médicos le dijeron al amputado que podría experimentar el síndrome del miembro fantasma. Nadie lo había avisado cuando sintió unos dedos fríos acariciando su mano fantasma


Mi hija no paraba de llorar y gritar en mitad de la noche. Visité su tumba y le pedí que parase, pero no sirvió de nada.




Todas las noches, mamá me acaricia, me besa y me consuela.

Todo seria perfecto si no estuviese muerta.


Tú te despiertas.

Ella no.



Al volver de la guerra solo esperaba encontrarme con la sonrisa de mi hijo.

Me entristece verle llorar ahora que estoy muerto.


Por más que apunto con la linterna a esa esquina

aquella sombra no desaparece.


Mi mamá dice que no pasa nada, que solo es un montón de ropa sobre una silla en la oscuridad.

Pues ese montón de ropa acaba de toser.


«No estás solo»

Una frase que puede ser tan reconfortante como aterradora.



Cuando leas esto ya será demasiado tarde.

Está detrás de ti.